domingo, 10 de noviembre de 2013

PARAFILIAS SEXUALES

PEDOFILIA

Desde un punto de vista médico, la paidofilia o pedofilia es una parafilia que consiste en que la excitación o el placer sexual se obtienen, principalmente, a través de actividades o fantasías sexuales con niños de, generalmente, entre 8 y 12 años. A la persona que padece pedofilia se le denomina pedófilo, un individuo de, al menos, 16 años que se entretiene sexualmente con menores de 13 y respecto de los que mantiene una diferencia de edad de, por lo menos, cinco años.
 
La pedofilia es un rasgo multifactorial en la personalidad del que la padece, y se compone de aspectos mentales, institucionales, de actividad, de educación sexual, de violencia, de control de las pulsiones, etc. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia, una primaria o esencial, muy arraigada en el sujeto, y otra secundaria (u otras), que aparecería motivada por factores circunstanciales.
Existen diversas asociaciones pedófilas, algunas de ellas sostienen necesaria una reducción (o eliminación) de la edad de consentimiento sexual y la legalización de la posesión privada de pornografía infantil, otras en cambio, rechazan estos reclamos y proponen el reconocimiento de la diferencia existente entre pedofilia (atracción involuntaria hacia niños) y abuso sexual infantil, la existencia de pedófilos que no abusan ni desean abusar de niños, y la carencia de ayuda social para aquellos que no buscan relaciones sexuales con menores.
 
Las conductas pedófilas son muy heterogéneas, desde casos casi inofensivos, hasta aquellos en que alcanzan niveles que entran dentro de lo criminal. A la actividad sexual de un pedófilo con un menor de 13 años se lo conoce con el nombre de abuso sexual infantil o pederastia (palabra que, etimológicamente, significa lo mismo que pedofilia).
 
La Pedofilia como Parafilia

Caracterización del pedófilo

La psiquiatría considera la pedofilia como una parafilia.
 
Los pedófilos, desde esta perspectiva, son sujetos con una orientación sexual dirigida primariamente a niños, sin apenas interés por los adultos, y con conductas compulsivas no mediatizadas por situaciones de estrés.
El pedófilo suele ser hombre. Las mujeres pedófilas suelen ser o bien personas con trastornos mentales o bien personas muy solitarias y que viven al margen de la sociedad.
La cuarta edición revisada del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense (American Psychiatric Association) describe con tres rasgos un diagnóstico estándar del pedófilo, basándose en 3022 casos de pedofilia:
  • experimentación, durante un periodo de al menos 6 meses, de fantasías sexuales intensas o recurrentes, o de impulsos sexuales, o de necesidad de actividad sexual, en donde el objeto de atención es uno o varios niños prepubescentes (generalmente, menores de 13 años);
  • o bien dichos impulsos solo repercuten en la esfera sexual del individuo, o bien le provocan ansiedad o dificultades interpersonales;
  • el individuo tiene 16 años o más y ha de ser por lo menos 5 años mayor que el menor por el que muestra su atracción.
 
La materialización de la pedofilia no presenta una única cara;
la atracción erótica que algunos [pedófilos] sienten por los niños no se traduce necesariamente en actos sexuales completos. El pedófilo puede limitarse a desnudar al niño y a mirarlo, a exhibirse, a masturbarse en su presencia, a tocarlo con delicadeza y a acariciarlo. Puede convencer al niño para que a su vez lo toque y así sucesivamente.
Cognitivamente, el pedófilo se caracteriza por no considerar inapropiada su tendencia o conducta, por lo que no suele presentar sentimientos de culpa o vergüenza; en ocasiones, incluso, apelan a la seducción del menor como causa de la misma o a que su comportamiento se puede entender como una forma de educación sexual de los menores.
La personalidad del pedófilo es polimorfa. Se pueden distinguir dos grandes tipos de pedófilos: los primarios y los secundarios o situacionales:
  • Los primarios muestran una inclinación sexual casi exclusiva por los niños y su conducta compulsiva es independiente de su situación personal. Se trata, clínicamente, de pedófilos en un sentido estricto del término que presentan unas distorsiones cognitivas específicas: consideran su conducta sexual como apropiada (no se siente culpables ni avergonzados), planifican sus acciones, pueden llegar a atribuir su conducta a un efecto de la seducción por parte del menor o pueden justificarla como un modo de educación sexual para este.
  • En cuanto a los secundarios o situacionales, estos se caracterizan por que su conducta viene inducida por una situación de soledad o estrés (en estos casos, la experimentación de relaciones sexuales con menores suele ser un medio de compensar la baja autestima o de liberarse de cierta hostilidad). No son estrictamente pedófilos, en tanto que su inclinación natural es hacia los adultos, con los que mantienen normalmente relaciones problemáticas (impotencia ocasional, tensión de pareja...); solo recurren excepcionalmente a los niños y lo hacen de forma compulsiva, percibiendo su conducta como anómala y sintiendo posteriormente culpa y vergüenza.
Otra clasificación distingue tres categorías principales de pedófilos:
  • los ansiosos-resistentes, caracterizados por su escasa autoestima que les lleva a buscar constantemente la aprobación de los demás; dado que no consiguen establecer relaciones emocionales con los adultos, se centran en los niños, con los que aumenta su seguridad. En principio, su relación no es sexual, pero la dependencia afectiva puede generarla.
  • los evitadores-temerosos, caracterizados por su gran deseo de contacto con lo adultos pero a los que el miedo al rechazo los paraliza. Se centran entonces en los menores y su actitud es poco empática y tienden al uso de la fuerza.
  • los evitadores-desvalorizadores, caracterizados como obsesionados con la independencia y la autonomía emocional; buscan relaciones fugaces e impersonales en las que no es infrecuente el comportamiento coercitivo violento o sádico.

Necesidades emotivas de los pedófilos

La casuística clínica ha evidenciado el tipo de necesidades emotivas que la práctica pedófila puede satisfacer en los afectados:
  • en primer lugar, se trata de casi el único modo de alcanzar para ellos la excitación sexual;
  • en segundo lugar, les permite sentirse poderosos a través del control ejercido sobre el menor, algo más complicado que si se tratase de adultos;
  • en tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, les sirve para aumentar su autoestima;
  • en cuarto lugar, al repetir escenas traumáticas vividas por ellos (en los casos en los que se hayan dado), el contacto pedófilo les permite superar sus propios traumas personales y tomarse una especie de revancha al situarse ahora ellos en la posición dominante;
  • en quinto lugar, todo el proceso de su relación con menores consigue para el pedófilo consolar sus privaciones de competencia social o de cohibición en la relación con los adultos; se trata, pues, no solo de algo relacionado con su vida sexual sino con la propia realización como persona.

Dependencia tecnológica

La dependencia tecnológica se puede entender como la necesidad de utilización de equipamientos o servicios tecnológicos que facilitan la ejecución de las actividades y la satisfacción de las necesidades de las personas en el desarrollo de sus actividades cotidianas.  

En la actualidad, en el desarrollo de nuestros trabajos y en actividades de recreación, utilizamos herramientas de origen tecnológico como vehículos, maquinarias y electrodomésticos, y servicios como telefonía, internet y  televisión, estos facilitan y agilizan nuestra actividades permitiéndonos ser más eficientes, al mismo tiempo nos hacen mas dependientes ya que muchas de las tareas no podrían ser desarrolladas sin su utilización.
En la película se plantea que en el futuro se creará una herramienta que permitirá realizar todas las actividades desde la comodidad de su casa, lo cual además de mejorar su eficiencia incrementa su seguridad y al mismo tiempo el grado de dependencia hacia la nueva tecnología.
 
 
La sociedad actual depende en algún grado de la tecnología y mientras más avanzada sea la sociedad mayor es el grado de dependencia ya que estamos rodeados de productos y servicios tecnológicos que utilizamos continuamente para facilitar la ejecución de nuestras actividades cotidianas como trabajo, estudio, comunicación, entretenimiento y otros. La dependencia tecnológica puede llegar a ser compulsiva y obsesiva, en estos casos puede existir una adicción, manifestada en mayor medida para las nuevas tecnologías como videojuegos, celulares, programas de televisión, computadores y sus aplicaciones como internet chat y paginas sociales.
 
La utilización de la tecnología en nuestras actividades es muy conveniente ya que nos permite ser más productivos, eficientes y emprender obras de gran magnitud que no podrían ser desarrolladas sin recursos tecnológicos. La tecnología acorta distancia y nos permite compartir ideas, pensamiento e incluso sentimientos, sin embargo la dependencia absoluta de la tecnología también puede tener innumerables inconvenientes como son la perdida de información de la agenda electrónica, los virus de computadores que dañan la información en los discos y tal vez las más graves; las suplantación de nuestra “identidad electrónica” en paginas sociales o para cometer ilícitos como transferencias de cuentas bancarias, fraudes y otros.
 
 
Causas y Consecuencias de la Dependencia Tecnológica
 
Las causas de la dependencia tecnológica se originan en las limitaciones propias del ser humano y su deseo por satisfacer sus necesidades cada vez más crecientes, de esta manera se crea una espiral en la cual la satisfacción de las necesidades por medios tecnológicos crea nuevas necesidades y nuevos desarrollos tecnológicos para satisfacerlas, haciéndonos cada vez más dependientes.

Otras causas de dependencia tecnológica se originan en necesidades psicológicas insatisfechas, las cuales son aprovechadas por las llamadas nuevas tecnologías que encuentran en estos usuarios sus consumidores más compulsivos.
 
Además de los inconvenientes planteados con anterioridad, La dependencia de las herramientas tecnológicas trae como consecuencia limitaciones en el desarrollo de tareas que pueden estar supeditadas a la utilización de una herramienta especifica sin la cual no se puede desarrollar. La dependencia tecnológica también se puede limitar la creatividad y el ingenio, en especial en las nuevas generaciones, ya que solo conocen las herramientas tecnológicas para dar solución a los problemas y satisfacer sus necesidades.

La dependencia absoluta y generalizada de la tecnología puede traer como consecuencia la desintegración de la familia como núcleo social y de la sociedad de la manera como la conocemos actualmente.
 

EN BUSCA DEL CUERPO PERFECTO


La Historia nos ha revelado que todo cambia y en particular la Historia del Arte, nos muestra los distintos avatares que atraviesan los ideales estéticos a lo largo de los tiempos. Así, si consideramos los cambios en el ideal de imagen corporal, podemos decir que actualmente, ninguna jovencita se moriría por poseer las redondeces de aquellas mujeres que plasmó en sus lienzos el flamenco Peter Paul Rubens, mientras que es usual encontrar chicas que, atormentadas por la obsesión de no poder alcanzar una supuesta perfección se tornan inmensamente desdichadas.

El ideal femenino, no repara en las preferencias masculinas, que indican que ellos, las prefieren con “forma de guitarra.”
 

En las postrimerías del siglo XX (y en particular en los últimos 30 años), el ideal estético femenino ha recaído en conseguir un cuerpo ya no sólo delgado (“como una tabla"), indicador de autocontrol, sino también musculoso (como el de los hombres atléticos); en tanto que el aspecto esperado para el hombre tiene que ver con ser fuerte, inteligente y corpulento.
 

Y muchas veces, estos mandatos socioculturales, que señalan como exitosa y feliz a la persona esbelta, influyen en personas particularmente vulnerables o que están atravesando un momento de crisis vital. Estas personas ceden fácilmente a las presiones externas y se adaptan a llevar un ritmo de vida tendiente al logro de una figura que se pueda exhibir (la moda de la pancita al aire) sin correr el riesgo de sentirse marginado y..."todo bien...". Ésto se ha arraigado a tal punto en bastos sectores de nuestra comunidad, que Argentina ocupa uno de los primeros puestos en el ranking de trastornos de la alimentación (por ej: bulimia y anorexia nerviosa), causando toda clase de estragos en la salud física y psicológica.

En la medida en que se subestime lo personal y diferente de cada ser humano se cae en la masificación. Se ha llegado a tal epidemia del fisico-culturismo, que ya nadie se atrevería a cuestionarlo debido a que ya es parte de nuestro inconsciente colectivo. Por eso cuando el tiempo semanal no alcanza para lograr la figura idealizada (a través de las dietas todo "Diet") la persona se culpabiliza a sí misma apresurándose a cumplir con los "deberes" de acudir a gimnasios, concurrir a clases de work out, de realizar intensas caminatas al aire libre acompañadas preferentemente por un personal trainner, masificando el uso del tiempo libre y olvidando que cada persona tiene su historia, sus sueños y sus propios recursos personales.

La actitud compulsiva en el logro de estos ideales estéticos (a costa de perder la salud, si fuera menester, descuidar a la familia, etc.) denota el precio que se está dispuesto a pagar para responder a un imperativo sociocultural (relativo a cada grupo social y a cada momento histórico) para sentirse integrado a una sociedad que imaginariamente protegerá a quienes respeten estos mandatos.

Si se enfatiza "la buena presencia" se descuida a la persona "envasada" en ella. Y seguramente esa persona tendrá sus gustos, sus pasiones, sus aptitudes producto de la predisposición, que le marcó la historia que le tocó vivir, y de los sueños que fue
 elaborando a través de la epopeya de su vida.


 
La paradoja de nuestra civilización consiste en que mientras se pone el énfasis en la salud, cada vez se hacen más sacrificios en aras de conseguir un aspecto físico garante del éxito.
Cuando la imagen de sí y la autoestima de una persona dependen del peso corporal y de sus formas, se está corriendo el peligro de estar absolutamente sometido a los dictámenes de una moda que olvida que "lo esencial sigue siendo invisible a los ojos" como decía Saint Exupéry en "El principito".